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Presentación



Manifiesto

La comunicación humana

La comunicación humana conlleva cuatro dimensiones o propiedades fundamentales. Ellas se entrecruzan, se conjugan y actúan a la vez en proporciones variables.

    La primera de esas dimensiones es inherente a la misma naturaleza relacional de la comunicación:
  1. La comunicación es un bien común. Es el impulso natural que hace del ser biológico un ser social. Sin comunicación no hay comunidad ni sociedad, cultura, política, ni economía.
  2. La segunda dimensión corresponde a su propiedad física:
  3. La comunicación es una fuerza vectorial. Ella crea realidad y sentido, contiene información a la que da forma inteligible, la conduce y la transfiere de una mente a otras mentes.
  4. Distintas de las anteriores son las dos dimensiones siguientes. Ambas conciernen a la sociodinámica de la comunicación en tanto que herramienta de la interacción humana:
  5. La comunicación es energía expresiva y realizadora del pensamiento. Es una fuerza influyente y transformadora mediante el Lenguaje y la Acción - el lenguaje mismo como acción y la acción como lenguaje. La comunicación humana participa del fenómeno “pequeñas causas, grandes efectos”. Ella es acción de débil energía, pero tiene una gran capacidad desencadenante de reacciones de fuerte energía y muy amplias consecuencias.
  6. Si esta poderosa energía causal que es la comunicación, es instrumentalizada para fines espurios, entonces deviene un medio que se justifica por su propio fin. Y no sólo se habrá traicionado su condición fundamental de bien común: se habrá dañado a personas concretas.

Ahora bien, la comunicación implica sus reglas de juego. Y en la medida que ella está ligada a la conducta individual y colectiva, plantea la cuestión decisiva de los campos de libertad, y de los usos que de ellos se haga.

    El primero de los campos de libertad a considerar concuerda con el punto 1 comentado más arriba. Su uso es discrecional y depende de esta actitud llamada Ética, que en el ámbito social global es sancionada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En esta línea de ideas, añadimos a las cuatro dimensiones anteriores los siguientes comentarios:
  1. Toda persona es libre de decidir qué hacer y qué decir acerca de lo que piensa y lo que hace. Recíprocamente, toda persona es libre de aceptar o de rechazar cualquier apelación, información, mensaje o relación que no desee.
  2. El siguiente campo de libertad es negativo y concuerda con las propiedades psicofísicas de la comunicación comentadas en el punto 2:
  3. La información es irreversible. Nadie puede revertir la información que ha comunicado a otros, tanto si lo ha hecho voluntaria como involuntariamente. Es como si viertes tinta en un vaso de agua: jamás podrás separar ya la una de la otra ni volverlas a su estado anterior.
  4. El campo de libertad que sigue es necesariamente negativo; se corresponde con el punto 3 y afecta a la incomunicación:
  5. Es imposible comunicar lo inefable, lo que sobrepasa los límites de las palabras: lo que ha sido sentido profundamente, lo que pertenece a la sensibilidad individual, las impresiones, las emociones, las experiencias y las vivencias íntimas.
  6. El último campo de libertad enlaza con el punto 4, y es la clave crítica de la comunicación humana:
  7. La libertad de pensar, actuar y comunicar no puede ser instrumentalizada -no debería serlo- en beneficio propio y en perjuicio de otros mediante la obstrucción, el engaño, la explotación o cualquier otra forma de violencia.

Nuestra visión de la Comunicación

En Joan Costa Institute, la Comunicación es investida de un sentido de misión. Es un modo de búsqueda, de descubrimiento y de aprendizaje compartido. Una forma de solucionar problemas, de reducir la complejidad de los procesos y de las relaciones, y una fuerza transformadora del entorno social. Una manera de aportar ideas útiles e innovadoras; de explicarlas y aplicarlas eficazmente con sencillez y claridad.

La Comunicación es un fenómeno social a la escala de la sociedad global. En su génesis y en su desarrollo en tanto que acción, la Comunicación es la expresión de un proceso que articula el Pensamiento libre y creador con la Acción ejecutiva y comunicativa.


En esta secuencia no debe haber contradicciones ni fisuras:

  • el Pensamiento creador y transformador, pero también crítico y autocrítico, concibe y dirige la acción y la comunicación;
  • la Acción construye realidad, produce hechos concretos y tangibles y genera valor;
  • la Comunicación manifiesta lo que ha sido pensado y explicita el sentido de lo realizado: lo humaniza y lo transmite más allá del espacio inmediato y del tiempo presente.

    C es parte de A que es parte de P

    P. Acción mental 
    YO/NOSOTROS

    A. Acción factual 
    MUNDO

    C. Acción simbólica 
    SOCIEDAD


Desde este paradigma, Joan Costa Institute asume que todo desarrollo contemporáneo reposa esencialmente sobre una doctrina de base, relativamente reciente, nacida de los trabajos teóricos de las comunicaciones, en especial de Wiener, Weaver y Shannon.


Sobre estas bases, nosotros entendemos la Comunicación en tanto que ciencia y praxis, como surgida de la fusión de dos doctrinas:

  1. La que podemos llamar originaria (punto 1 del capítulo precedente), de la cual Joan Costa Institute actualiza y reivindica su enraizamiento en las ciencias humanas y sociales, herederas de la filosofía humanista nacida con la cultura en Occidente.

  2. La que proviene del genio tecnocientífico, de la teoría matemática de la información y de la sistémica, y que cristaliza en las nuevas tecnologías en la estela del espíritu cibernético, es decir, de la eficacia.

Así, el Pensamiento, la Acción y la Comunicación es un todo dinámico que se asienta sobre las dos vertientes - sociológica y tecnológica- de la ciencia de la Comunicación o de la Información.


La práctica de la Comunicación

La comunicación es una ley primordial del Universo, de la Naturaleza y de la Vida. Siendo así una ley general, concierne a los grupos y organizaciones humanas. Pero era preciso llevarla de su práctica empírica a determinados usos sociales, es decir, adaptarla a partir de su fuente académica a la dinámica de las organizaciones. Así, de la teoría general de la comunicación surgió la Comunicología.

Este trabajo de reinterpretación supuso recodificar unos principios conceptuales formulados en el espacio abstracto de la teoría, y “traducirlos” en términos de aplicación práctica a las necesidades concretas de las organizaciones. Y, al mismo tiempo, implicó cuestionar los modelos empíricos de la teoría fragmentaria de la organización que eran el producto de un pasado obsoleto, para actualizarlos e integrarlos a esta reinterpretación adaptativa del marco teórico al práctico, desde la óptica sociotecnológica y no solo económica.

La Comunicología reconoce el fundamento humano (emprendedor, creativo, cooperador, etc.) de toda organización, ligado a su identidad y a sus propios objetivos (económicos, científicos, humanitarios, cívicos, etc.). Ello constituyó un cambio radical del viejo modelo capitalista-productivista con el declive de los productos industriales de consumo. Lo cual dio paso al resurgir renovado de los servicios en la era de la comunicación y de la información. Este fue también el paso de la cultura material y cuantitativa a nuestra cultura de los intangibles y los valores.

La Comunicología fue intérprete y herramienta, al mismo tiempo, de este cambio cultural. A principios de los años 70, ya Joan Costa había iniciado en este sentido la adaptación de las teorías de la comunicación, mucho antes de que la palabra “comunicología” se hubiera inventado. Para el procedimiento de recodificación del material teórico a modelos operacionales, Costa se inspiró en la sociometría a principios del siglo pasado; los mismos con que fueron formuladas la cibernética, la teoría de la información, la teoría de sistemas y la teoría de modelos. Todas estas disciplinas tenían una cosa en común: querían representar el mundo de los fenómenos humanos y sociales con sus estructuras de relaciones, y medir la intensidad de los intercambios más o menos complejos entre los individuos. Para ello, los precursores (científicos, matemáticos, sociólogos, etc.), desarrollaron conjuntos de grafos, esquemas, diagramas y modelos que no sólo explicaban esos fenómenos, sino que los hacían visibles y manejables, es decir, aplicables a diversos desarrollos y, por supuesto, medibles. Éste es el principio de la Comunicología: la comunicación aplicada al mundo de las organizaciones.

En 1977, Joan Costa publicó en su libro La imagen de empresa. Métodos de comunicación integral, una serie de 16 esquemas y modelos que constituyen la metodología básica de la estrategia y la gestión de las comunicaciones. Así, Costa fue el precursor de la Comunicología. Más tarde, y a partir de los trabajos de Habermas y Kotarbinski, Costa da un paso más, e introduce a la Comunicología, la Praxeología o ciencia de la acción práctica, con el fin de reforzar el carácter de la Comunicación como un modo de Acción.

Con la fusión de estas dos disciplinas, la Comunicación no sólo está vinculada a las relaciones, el arte, la técnica y la ingeniería, sino que ya forma parte de las Ciencias de la Acción. Lo que Costa ha rubricado con este axioma: comunicar es actuar y actuar es comunicar.

Para terminar, y volviendo al campo ya mencionado de la energía comunicativa débil, pero poderosa en sus efectos; y al ámbito de la gestión estratégica de los intangibles y de los valores en el espíritu humanístico, reencontramos la secuencia del Pensamiento en Acción y en Comunicación, que es el paradigma en el que se inscriben las actividades de Joan Costa Institute, Investigación Formación Consultoría Publicaciones.